Arce gobernará desde la Casa Grande del Pueblo y prevén que el Palacio Quemado sea museo

Arce gobernará desde la Casa Grande del Pueblo y prevén que el Palacio Quemado sea museo
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El presidente electo Luis Arce regirá los destinos del país desde la moderna presidencial Casa Grande del Pueblo, anunció el viernes el vocero del Movimiento Al Socialismo (MAS), Sebastián Michel.

El edificio, de 29 pisos y helipuerto, con amplia vista a las laderas y la hondonada paceñas, desde donde se observa a plenitud las cuatro cumbres de nieves perpetuas del Illimani, a cuyos faldas discurre la ciudad en aparente calma, fue despreciado por la presidenta Janine Añez, pero no por sus ministros que utilizaron sus instalaciones desde noviembre de 2019.

“El compañero Luis Arce gobernará desde la Casa Grande del Pueblo”, adelantó el dirigente político.

Michel indicó que el histórico Palacio Quemado podría convertirse en museo.

Ese proyecto ya estaba en marcha, pero  los sucesos de noviembre de 2019 lo interrumpieron.

En el histórico edificio, obra del arquitecto José Núñez del Prado, que erigió uno de los símbolos del poder más importante que tiene Bolivia, palpitan casi dos siglos de historia y de cultura.

De estilos gótico, corintio y dórico, el presidencial Palacio Quemado alberga en sus muros de adobe una gran riqueza patrimonial.

La esencia de la obra de Núñez del Prado, edificada entre 1845 y 1853, ha perdurado hasta ahora a pesar de las reformas que sus inquilinos le imprimieron. Su obra principal está construida en ladrillo, piedra comanche y adobe, y en su interior resaltan la escalinata de honor y la doble arquería del patio, hoy cubierto.

Incendios, ampliaciones arbitrarias y modificaciones administrativas afectaron la riqueza patrimonial que ofrece el histórico edificio.

Sin embargo, aún se pueden apreciar la fastuosidad de los arcos que posee, los cobertizos de caballería, la gloria de la victoria plasmada en antiguos óleos, la escalera de alabastro de tipo imperial y los sucesos culminantes de una agitada historia.

Su lado oscuro es también parte de la vida cotidiana del edificio. Convertidos en depósitos, aún están intactas las carceletas para condenados a muerte conocidas como “Santa Bárbara”, “San Simón” y “El Infiernillo”.

De su oscuro pasado emanan también historias de conspiraciones, planes de represión, traiciones y la lucha incesante por el poder.

La espada con la que con tanta gloria comandó Antonio José de Sucre al ejército liberador en la batalla del 9 de diciembre de 1824 en Ayacucho, adorna uno de los salones.

Sucre entregó en 1826 la espada a la joven República de Bolivia. El arma, que hoy está en la biblioteca del Palacio Quemado, donde también está la galería de presidentes, fue utilizada hasta 1993 en las ceremonias de cambio de guardia de la Escolta Presidencial.

Murales, cuadros, libros, documentos antiguos completan el patrimonio del histórico edificio.

Fuente: la Razón