¿Cómo nace la peregrinación al Santuario de Chaguaya?

La leyenda cuenta que una pareja de pastores regresaba de sus labores por la noche, cuando un resplandor llamó su atención y al acercarse vieron a la Virgen María en la copa de un molle.

¿Cómo nace la peregrinación al Santuario de Chaguaya?
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Según la tradición y creencia, allá por el año 1750, una pareja de pastores de cabras preocupada por la sequía que asolaba el campo regresaba de sus labores por la noche, cuando un resplandor llamó su atención y al acercarse vieron que entre una luz multicolor se encontraba la Virgen María en la copa de un molle, conmovidos se arrodillaron, besaron el suelo y exclamaron ¡Virgencita mía, bendito sea Dios!, al incorporarse advirtieron que la imagen ya no estaba, con el tiempo aquel lugar terminó siendo un punto de peregrinación debido a las continuas apariciones, hasta que los fieles movidos por su convicción construyeron afanosamente una capilla, que con los años fue creciendo hasta que en la década del ochenta el Santuario fue declarado basílica. Aquella milagrosa aparición representa un símbolo de fe y aquel hermoso Pueblo rodeado de quebradas y colinas se ha convertido en el referente espiritual no solo de Tarija sino de muchas poblaciones de Bolivia y del norte argentino, cuyos creyentes recorren grandes distancias para postrarse frente a la imagen sagrada.

Es una costumbre que la ciudad se paralice este viernes, porque los promesantes aprovechando el horario continuo se dirigen al encuentro de la advocación, algo que durante un mes se repite haciendo de ese destino religioso un lugar especial y el eje de una de las más hermosas, sobrecogedoras y pintorescas tradiciones.

Esta fiesta religiosa agita a miles de personas y genera además un importante movimiento económico, que da empleo e ingresos extraordinarios a varias comunidades campesinas, inclusive existe gente que prepara comida y refrescos no solo motivada por un interés mercantil sino como parte de un servicio que asumen vinculado a una permanente promesa.

Se trata de una devoción que conmueve profundamente, no interesan la fatiga ni los dolores de la caminata cuando se trata de escuchar la Misa, colocar unas velas en las repisas, persignarse y hacer largas filas para ser “pisados” por la virgencita, es una vivencia única que deja hondas huellas en nuestra vida, un momento de recogimiento que se encuentra muy arraigado en las costumbres de nuestro Pueblo y es una experiencia de suma importancia para vivir las connotaciones y los elementos que hacen a nuestra identidad, reflejo místico que a través de las usanzas que compartimos unifica e inspira a los tarijeños.

La fe es inherente a cada ser humano y la piedad que despierta ese Santuario y esa imagen definen la manera de vivir el catolicismo de una cultura que no se entiende sin observar y ponderar tales expresiones. Estos días son muy significativos y sirven sin duda a los creyentes para reflexionar sobre sus acciones y su relación con lo divino, es también una oportunidad para que la Sociedad se organice y para que se atiendan todos los aspectos relacionados con la peregrinación de tanta gente, el traslado de muchos vehículos y la logística que permite responder a los imponderables de la mejor forma posible.

Lo importante es tener momentos de recogimiento en medio de un Mundo donde los valores muchas veces están en crisis y en el que la violencia golpea y amenaza inclusive a ciudades pequeñas como la nuestra, para quienes tenemos fervor por nuestra mamita de Chaguaya, son días de júbilo y una oportunidad para encontrar la paz que deberíamos tener siempre y los recuerdos y reflexiones que permiten hacer una pausa en nuestra comunicación atropellada, en el frenesí de las preocupaciones y en la atribulada realidad del día a día.